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martes, 8 de febrero de 2011

LA OBESIDAD

Que tipos de grasa acumulamos? Que problemas de salud nos puede ocasionar?.

Hace 40.000 años exhibir michelines era un privilegio que aumentaba en gran manera las posibilidades de sobrevivir a las duras cacerías y soportar largas temporadas de escasez de alimentos. Hoy sin embargo, esa grasa que envidiaban nuestros antepasados se ha convertido en el enemigo público número uno.

Hasta hace poco los científicos daban por sentado que el tejido graso era pasivo e inerte y que su única misión consistía en suministrar energía. Sin embargo, el descubrimiento en 1994 de que los adipositos (células donde se almacena la grasa) secretan leptina, una hormona inhibidora del apetito, abrió los ajos a una realidad distinta.

Desde entonces se han descubierto decenas de sustancias que tienen su origen en estas mismas células entre ellas varias hormonas, factores de coagulación y moduladores de la respuesta inmune.

Nuestro cuerpo almacena dos tipos de grasa. Por un lado existe una grasa invisible que se acumula a gran profundidad en el abdomen, bajo los muslos, envolviendo y presionando el hígado, corazón, estómago, el intestino y los riñones. La única forma efectiva de medir esa concentración de grasa abdominal sería recurriendo a técnicas de imagen como la tomografía computerizada o a la resonancia magnética. La otra grasa, la de “las mollas” y las odiadas “cartucheras” se deposita justo debajo de la piel, se pueda palpar y es conocida como grasa subcutánea o periférica. Mas allá de la estética, discernir la clase de obesidad que sufre la persona resulta fundamental para valorar el riesgo cardiovascular al que está sometido. Según aseguran los expertos, la gordura abdominal predispone a la acumulación de colesterol y aumenta la probabilidad de sufrir ataque al corazón. Por el contrario la grasa periférica puede ser considerada benigna desde el punto de vista médico. O sea que mucho mejor constitucionalmente ser pera que manzana.

Tener la cintura oronda reduce la sensibilidad de la insulina que es la hormona que ayuda a la glucosa a entrar en las células. A largo plago esto puede conducir al desarrollo de la diabetes. A demás esta grasa aumenta los niveles de triglicéridos y colesterol LDL (malo) que perjudican al corazón y los vasos sanguíneos que se engrosan y endurecen, lo que dificultan el flujo sanguíneo.

Comer en exceso nos puede traer también consecuencias fatales para las células grasas (adipositos). Una vez alcanzan un número elevado estas células emplean grasa consumida para aumentar de tamaño. Si consumimos comidas con un elevado contenido en lípidos son suficientes para trastocar el reloj interno del cuerpo y perder el control sobre el apetito. Estudios recientes ha vinculado directamente la acumulación de grasa con una mayor predisposición a padecer cáncer de colon, cáncer de mama, apnea del sueño y piedras en la vesícula. Ni siquiera el cerebro sale ileso a lo que provocan los lípidos en nuestro organismo. De hecho, según revelan recientemente un estudio publicado en la revista Neuroligy, una obesidad extrema a los 40 auguran demencia a los 70.

Por todos estos motivos se aconsejar que se realice una dieta sana y variada, pobre en grasas sobretodo saturadas y realizar ejercicio físico moderado, al menos caminar 30 minutos diarios.
                                                                
                                                                                                                Mªluz Martinez

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