La salud como inversión de futuro. Los primeros meses de vida son decisivos, tendrán importantes repercusiones en futuros procesos metabólicos y en el desarrollo cerebral.
La mayoría de enfermedades que llevan a una muerte prematura tienen su origen en costumbres poco sanas adquiridas en la infancia.
Prevenir las enfermedades del adulto desde la infancia es uno de los mayores retos con que se enfrenta el profesional de la salud. No es un reto nuevo ni moderno.
El ser humano es capaz de ir cavando su propia tumba con la práctica de hábitos poco saludables adquiridos desde la infancia.
Exinten enfermedades que se manifiestan abiertamente durante la infancia y es posible comenzar a prevenirlas desde los primeros años de la vida: el infarto de miocardio y el cáncer de pulmón son una verdadera epidemia entre los adultos de los paises occidentales y cuya prevalencia podría reducirse iniciando medidas de prevención desde los primeros años de vida; el riesgo de cáncer de colon aumenta tras años de ingerir alimentos con mucha grasa y poca fibra. Un 10% de jóvenes entre 10 y 15 años ya tienen indicios de lesión de arterioesclerosis coronaria, lo que se supone que representa un mayor riesgo de angina de pecho o infarto cuando lleguen a la edad adulta. Por otra parte, la adicción al tabaco, que suele comenzar en la adolescencia, tiene consecuencias en la edad adulta también de sobra conocidas: mayor riesgo de cáncer de pulmón o de vejiga urinaria. Las medidas encaminadas a disfrutar de buena salud en la edad adulta comienzan desde antes de nacer.
La misma naturaleza tiene sus propios mecanismos para prevenir enfermedades y proteger la especie, por medio de abortos expontáneos o fetos que mueren antes de nacer.
La ciencia médica también ha adquirido conocimientos y desarrollado técnicas con la finalidad de prevenir enfermedades congénitas. El prescindir del tabaco, alcohol y otras drogas durante el embarazo, el evitar el embarazo a partir de cierta edad materna, técnicas para el diagnóstico prenatal de enfermedades congénitas van todas ellas orientadas al nacimiento de hijos sanos. Y una vez nacidos, la lactancia materna es la medida preventiva más inteligente, la mejor forma de conocer la vida; presenta claramente más ventajas que la lactancia artificial en muchos aspectos : protección contra las alergias e infecciones es muy probable que también sea beneficiosa para disminuir los factores de riesgo de la arterioesclerosis y obesidad.
Entre las medidas preventivas existentes: la vacunación infantil ha conseguido que gran número de personas padezcan menos infecciones.
Los grandes fantasmas de nuestro tiempo, el cáncer de pulmón y el infarto de miocardio pueden comenzar a prevenirse desde los primero años de vida.
Parece paradójico tener que recomendar actividad física a los niños y adolescentes como medida preventiva: sin embargo existen datos estadísticos bastante elevados en los que tanto la población infantil como la juvenil no mantienen niveles de actividad física suficiente.
La adolescencia es la edad crucial para introducir hábitos de vida saludables, como la práctica de algún deporte.
M. Isabel
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